26.4.09

Otra historia de Japón

Una mañana salimos del ryokan (hotel tradicional) y nos fuimos a la estación de Hiroshima. Teníamos que esperar tres o cuatro horas para coger el tren a Kioto. Buscamos una consigna para meter los maletones, pero no había de ese tamaño. Una limpiadora nos vio y recorrió toda la estación (algo así como Atocha) sin que le dijéramos/pidiéramos nada hasta que encontró una taquilla vacía. Vino desde la otra punta y nos llevó casi de la mano hasta que guardamos las maletas. Le quisimos dar una propina y se negó en redondo. Intenten extrapolar esa escena a España, a Europa y a muchos otros lugares y verán que les resulta tremendamente difícil.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Catania, octubre de 2007. Cuatro perdidos malagueños cogen el autobús de línea en el aeropuerto a última hora de la noche para ir a su hotel. Cuando preguntan al conductor dónde debían bajarse para llegar más fácilmente, éste se queda pensativo, pega un volantazo, se sale de su recorrido, se mete por unos callejones oscuros, más volantazos... y cuando para, los malagueños miran enfrente y qué ven: la entrada del hotel. Intente hacer esto en Japón o en Alemania. Rafa.

Unknown dijo...

Eso no se puede hacer en Japón, porque no hace falta que se haga. Todo el mundo sabe dónde está todo y no hace falta salirse de ningún recorrido. Lo que no quita que, si algo falla te acompañen dos kilómentros (una niña en la ciudad de Shizuoka) a pleno sol o se salgan del trabajo (sagrado para ellos) para llevarte a descargar una tarjeta de fotos no sin antes preguntarle al dependiente si descargaban ese tipo de tarjeta que yo llevaba (esto pasó en la estación de Kioto)... La amabilidad y servicialidad nipona no es tan "graciosa" como la mediterránea, ni falta que le hace en el 99% de los casos.

Anónimo dijo...

Bueno, yo no quería abrir ningún debate sobre quién es más o menos esto o lo otro, sólo pretendía contar una historia con la que mostrar que quizá el altruismo y la amabilidad están presentes en todas partes de una u otra manera, al igual que lo están el egoísmo y la insolidaridad. Con respecto a los japoneses, no seré precisamente yo quién deje de hablar bien de ellos y me encantaría en un futuro visitar Japón; entonces, seguro, seguro que voy a necesitar que me echen una mano la niña de Shizuoka, el que se salió del trabajo y la señora de la estación.

Unknown dijo...

Oh, anónimo, ¿acaso te conozco?

Anónimo dijo...

¡Hombre!, que si me conoces..., quiero decir, que sí me conoces. Parece que te he despistado un poquito, pues debes conocer a muchos Rafaeles; ahora bien, que les interese hablar de viajes, de las máquinas que transportan a los pasajeros y de los motores con los que funcionan, mientras la gente se va quedando fritita al lado, ya habrá menos. Sólo te diré que echo de menos que me cuentes (nos cuentes) en persona vuestros viajes por el mundo, porque creo recordar que nos habíamos quedado por Palestina... Hablando de viajes y de viajeros, te anuncio un pequeño desembarco para el próximo martes en la Casa de la Cultura, y muy posiblemente iré acompañado de dos Anas.
Nos vemos. Llevaré una frente despoblada. Un abrazo mediterráneo o una reverencia oriental, que todo vale.

Unknown dijo...

¿Una de esas Anas no será la que está malita y trabaja para mí, administrativamente hablando?

Rafael García García dijo...

Pues sí, naturalmente si la autoridad competente, sanitaria, por supuesto, se lo permite.