Qué gusto da volver a los clásicos. Parece que está rodada ayer. No importan el blanco y negro, ni el escaso tráfico rodado por Roma, ni algunos trajes y actitudes. Es fascinante. Y eso que dura más de dos horas. Merece la pena, aunque sólo sea por ver la última escena en la que se reflexiona sobre el hombre, la muerte, la naturaleza y la incomunicación, casi sin decir nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario