Hace poco leí por ahí este término que pone nombre a una idea que manejo desde hace años: la paranoia y/o miedo a la juventud. Desde las tablillas de Mesopotamia andamos los no-jóvenes diciendo que la juventud está fatal y que el mundo se va acabar como sigamos así, etc. Pues bien, el mundo no se acabó y ya veremos cuándo lo hace. La cosa es que, muy al contrario, la juventud es cada día menos violenta y lee más. Son datos sociométricos y punto. Lo que pasa es que los no-jóvenes y nuestros potentes medios de comunicación vamos por ahí esparciendo juvenoia a toda pastilla. Y en los medios me paro ahora. Los periódicos, las universidad y demás entes acaparadores del poder infocultural vieron una amenaza en la red y no les faltaba razón. Pero esta no consistía en que se iban a organizar atentados por email, macrofiestas en Facebook, ni revoluciones por Twitter. El problema era que ese nuevo medio se iba a acabar tragando al viejo medio. Y acaba de ocurrir.
El fundador de Amazon ha comprado The Washington Post. He aquí el apocalipsis del que estaban hablando. Es el final de una era y el comienzo de otra. Si peor o mejor, nadie lo sabe. Probablemente sea un poco mejor, como casi siempre ha pasado desde que se inventaron las ruedas y los pinchazos.
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