20.4.13

Baila, baila, baila

Esta es una de esas novelas en las que no importa que al narrador se le vaya la mano de vez en cuando, por ejemplo, diciendo los títulos de las canciones que escucha en el coche.  O que algún personaje parezca no venir a cuento. O que algún episodio resulte demasiado efectista o inverosímil.  Da la impresión de que todo es una imperfección buscada, siguiendo la poética del wabi-sabi de la tradición estética japonesa.  Al final Baila, baila, baila, de Murakami te atrapa sin remisión y te lleva a lo que tiene que llevar toda buena narración, a hacerte preguntas sobre tu propia existencia y la de los demás, sobre el sentido del amor, del trabajo y de la amistad.  Los personajes principales, sumidos en una realidad incontestable nos conducen imperceptiblemente al terreno de lo onírico, de lo improbable, de lo metafísico casi, a un mundo que acaba siendo más real que el de los restaurantes, las playas o los apartamentos de Tokio.
Me resulta artificial y cansado colocar esta novela en un ranking de calidad, pero sin duda es de lo mejorcito del de Kioto.
Ahí van algunas citas:

- "El tiempo era un pensamiento gigantesco sobre cuya superficie llovía silenciosamente.  Desde la orilla, personas sin rostro contemplan el horizonte.  Parecía que el tiempo infinito se había convertido en una colosal madeja que flotaba en el vacío".

- "Nos movemos permanentemente. Y debido a ese movimiento nuestro, las cosas que nos rodean desaparecen.  Es inevitable. Nada permanece.  Tan sólo se quedan en nuestra conciencia".

- "Lloramos por todo lo que tú no puedes llorar".


No hay comentarios: