5.12.10

Marcel Proust en el contenedor de la basura


Cuando los libros están en camino de desaparecer, surge esta historia que pone los vellos de punta al más pintado. La conocí gracias a mi e-amiga Elvira Lindo (artículo en El País) y pone en ridículo a los gestores públicos de la cultura. No sé qué infinidad de moralejas se pueden extraer semejante heroicidad. Aquí va también el vídeo:

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿No podríamos contribuir de alguna manera para ayudar a ese GRAN SEÑOR? Creo que se lo merece. A ver si tu amiga (y nuestra) Elvira te dice algo.