En mi nuevo móvil tengo un lector de libros. Ignoro cuánta vista come, pero tengo disponibles en un par de clics grandes obras de la literatura, casi todas en inglés, por el momento. Pero he dado con un hallazgo inesperado, Rayuela. La abro, me pongo a leer y me quedo de una pieza ante la maestría de Cortázar. Sé que sería un disparate volver a esa tremenda novela en tan pequeña pantalla, pero no me puedo resistir a copiar aquí el principio de uno de sus primeros capítulos:
"¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me había bastado asomarme, viniendo por la rue de Seine, al arco que da al Quai de Conti, y apenas la luz de ceniza y olivo que flota sobre el río me dejaba distinguir las formas, ya su silueta delgada se inscribía en el Pont des Arts, a veces andando de un lado a otro, a veces detenida en el pretil de hierro, inclinada sobre el agua. Y era tan natural cruzar la calle, subir los peldaños del puente, entrar en su delgada pintura y acercarme a la Maga que sonreía sin sorpresa, convencida como yo de que un encuentro casual era lo menos casual en nuestras vidas, y que la gente que se da citas precisas es la misma que necesita papel rayado para escribirse o que aprieta desde abajo el tubo de dentífrico."
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