En el verano de 2003 estuvimos nadando en las cálidas aguas del Mar Rojo en el Sinaí. Muchas desgracias han pasado por aquellos pagos desde los tiempos bíblicos. Unas cuantas más pasaron una vez volvimos de allí. La primera fue un avión que se estrelló en el mar después de despegar del aeropuerto de Sharm El-Sheij. Luego hubo un atentado múltiple en los lujosos hoteles que componen aquella especie de Torremolinos entre el desierto y los corales. Y ahora va un tiburón y le mete un bocado en un brazo a una anciana alemana y se la carga. Si lo llego a saber, se meten en aquellas bonitas playas Moisés y sus secuaces. Y una vez separadas las aguas, pues se cogen los tiburones y se hace una sopa con sus aletas.
NOTAS:
1.- Tampoco he hablado nada de ese viaje a Egipto, que tanto me impresionó y que tantos libros me obligó a comprar a la vuelta.
2.- Ahí van unas cuantas fotos de aquella inmersión. Eran otros tiempos y están escaneadas del papel revelado de una cámara desechable.
1 comentario:
Es que vuestro Ángel de la guarda hace muy bien su trabajo.
Susana.
Publicar un comentario