Mordiéndome la lengua llevo unas horas para no ponerme aquí a contar el argumento de la última película de Woody Allen, Midnight in Paris. Si uno vio aquello que hizo en España y sabe que en ésta sale la esposa del presidente de la república francesa, pues va al cine con una buena dosis de mosqueo preventivo. Pero cuando pasan unos diez o quince minutos más o menos convencionales, de pronto, uno se acuerda de El dormilón, de Bananas, de Balas sobre Broadway, de La rosa púrpura de El Cairo, de Annie Hall, de Poderosa Afrodita... y se dice: "el genio ha vuelto". Además, en este caso, me ha llegado más que en otras memorables ocasiones, porque se mete a saco en el terreno de la literatura y la pintura y aquello es ya un festival de alusiones, guiños, ingenio y maestría narrativa e interpretativa. Con decirles que Midnight in Paris ha subido fulminantemente en mi ránking a la parte de arriba de la tabla de las comedias, unos pocos puestos debajo de El guateque, La vida de Brian o Amanece que no es poco, que no es poco.
Hacía años que no lo pasaba tan bien en una sala de cine o de estar.
1 comentario:
Ayer me invitaron a ir a verla con la típica pregunta: ¿a ti te gusta Woody Allen? y mi típica respuesta "me gustaba". ¿Es verdad que es buena u otra vez me va a contar historias de "judeoyorquinos" cultísimos que no me interesan en absoluto?
Remigio Da Varagine
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