13.5.13

Aristóteles entre pupitres


Nunca he sido demasiado aristotélico (o peripatético, que se llama también a sus seguidores).  Siempre me pareció un tipo demasiado ambicioso, demasiado serio, demasiado listo, demasiado filósofo, demasiado, en general.  Me gustan más los pensadores marginales como Epicuro, los raros y oscuros, como Heráclito, los aficionados e irónicos, como Voltaire...  Pero hete aquí que me encuentro una cita del maestro de Alejandro Magno que reza: "La inteligencia consiste no solo en el conocimiento, sino también en la destreza de aplicar los conocimiento en la práctica".

Perplejo me he quedado con la vigencia y modernidad de la idea.  Da de lleno en la diana de uno de los problemas centrales que tiene la educación en este país (aunque no sea un mal endémico) de listas de reyes godos y afluentes del Miño por la derecha.  Son lo que llaman los pedagogos (esos seres odiados ferozmente por los docentes), las Competencias Básicas.

Algo tan evidente como que, antes hay que saber freír un huevo, que conocer la estructura y la bioquímica del mismo parece que todavía no ha calado en gran parte del profesorado, del alumnado y de la sociedad en general.  Saber, conocer, acaparar teorías, fechas, datos, fórmulas... conforman gran parte del currículum con el que martirizamos al alumnado desde hace... ¿cien años?

Pero mejor que yo lo han dicho muchos, como Philippe Perrenoud (Cuando la escuela pretende preparar para la vida): "Ni el teorema de Tales, ni la ley de Avogadro, ni la ley de Ohm, ni la teoría de Darwin permiten por sí dominar una situación compleja", porque "...los conocimientos enseñados en la escuela no han sido escogidos para preparar para la vida, sino para dar las bases a quienes proseguirán y profundizarán el estudio de una o varias disciplinas más allá de la escuela obligatoria".

¿De qué nos sirve que el alumno sepa quién escribió La Regenta, si ni la va a (querer) leer, ni sabe manejar un procesador de textos? ¿De qué sirve al 90% de la población despejar ecuaciones de dos incógnitas, si apenas sabemos cuánto ni por qué nos cobra el banco por las hipotecas? ¿De qué sirve conocer el funcionamiento de la fotosíntesis, si no aprendemos a respetar la naturaleza? ¿Es que preferimos conceptualizar antes que implementar, teorizar antes que vivir, leer libros de recetas antes que ponernos el delantal o comernos el cocido?

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