26.6.10

Kafka al revés

En el universo kafkiano, sobre todo en El castillo y El proceso, el individuo es acosado sin razón por las fuerza innominadas y agobiantes del estado o del poder. Es sometido a preguntas y pruebas inútiles e irracionales, es perseguido sin razón, es menosprecidado, vilipendiado, anulado hasta llegar a transformarlo en la nada o en un repelente insecto.
Cuando cien personas se han saltado las normas de seguridad más elementales y han cruzado las vías por donde circulan trenes a 150 kms./h., se ha puesto en funcionamiento un proceso antikafkiano, según el cual el estado es asediado, acosado y sometido a preguntas absurdas, dignas de abogados desesperados. Todo para encontrar el más mínimo resquicio que cargue sobre las espaldas del maquinista, del jefe de estación, del director de RENFE o del ministro de Fomento, es decir, del Estado, la responsabilidad clara y meridiana de los individuos. Todo para ponerse de parte del "pueblo", de esa masa cuya rebelión tanto temía Ortega (y Gasset).
He aquí el absurdo cuestionario al que se ha sometido a un responsable de ADIF (o de RENFE). Al final de la entrevista casi parece oírse decir al periodista: "Mecachis, no he podido pillarlo por ningún lado".

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