Andalucía está acostumbrada a recibir el agua procedente de las lágrimas de sus habitantes; no tanto la que cae de las nubes. Salvo en algunas de las montañas que la circundan o dividen, esta es tierra de sequías pertinaces, de desiertos peliculeros, de costas soleadas y olivares calcinados. Por eso resulta tan extraño este día "mininacional", nublado, celta, gris como un atardecer en Escocia.
Hay quienes hoy gritan... SEGUIR LEYENDO...
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