2.4.11

Escala en Dubai


Debido a una serie de circunstancias laborales de muy distinto tipo, me he ido retrasando en comentar el último viaje a Japón.
Como conseguí el billete de manera apresurada y posthospitalaria, pues mi agente habitual me mandó a Osaka vía Dubai. Resulta más pesado que por París, pero tuvo su gracia.
En el avión mantuve varias conversaciones con un ejecutivo español (pamplonica por más señas y persona agradable) que viaja asiduamente a la zona. Me aseguró que Dubai es un disparate espectacular. Se trata de un país multicultural, capitalista a más no poder, que carece de petróleo y del más mínimo sentido de la mesura. Enormes rascacielos y hoteles de mil estrellas casi vacíos por falta de clientes, unidos por amplísimas carreteras que se han diseñado para evitar que dos cochazos se crucen y generen un conflicto de consecuencias impensables por un quítate tú que pase yo. Me contó que un individuo analfabeto llegó en cierta ocasión a un banco y retiró una cantidad astronómica... sin firmar (porque no sabía), tan solo por su mera presencia física. Los coches/tanques no pueden ser pequeños porque los motores no podrían mantener la potencia del aire acondicionado. Y así todo.
Yo solo vi la zona de tránsito del aeropuerto, pero fue suficiente. Junto a un oasis artificial, un rosario de tiendas a cuál más exclusiva se ofrecía a un público variopinto, que lo mismo compraba trajes de Armani, que dátiles con sabor a café. No recuerdo si con los tiques del duty free o con unas papeletas que se compraban, se accedía al sorteo de unos coches espectaculares y de no sé cuántos kilos de oro en lingotes.
Ahí van unas cuantas fotos de semejante dislate.

Las famosas y auténticas tapas falsas españolas.


P.S.: Movido por un comentario muy oportuno, he de contar una anécdota ocurrida en este aeropuerto cuando iba hacia el este. En el duty free de la T4 (lugar alejado y caótico en sus nomenclaturas) compré una botella de un buen caldo de las riberas del río Duero, creyendo que, una vez pasados los controles, no habría más problemas. Pero hete aquí que en el supradicho aeropuerto había otro control de seguridad y una señora bien tapada dio instrucciones a un soldado o policía para que el néctar cristiano báquico fuera a parar a un recipiente misterioso junto con tarros de colonia y demás líquidos peligrosísimos. Ignoro cuál fue su destino, pero dada la información que obra en mi poder sobre aquel país, presupongo que ahora mismo estará en alguna bodega de algún restaurante español de Dubai city. Y menos mal que no compré el reserva.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿Y no fue objeto de ninguna confiscación?
En caso de respuesta afirmativa, ¿por qué no lo recoge en su minucioso, detallado y sutil relato?