¿Está cambiando o va a cambiar la red nuestra forma de pensar, de aprender, de actuar, de sentir y amar incluso?
La multitarea, los hipervínculos, la caducidad vertiginosa de la información y el asedio publicitario pueden provocar que abandonemos la privacidad, la concentración y las relaciones humanas tal y como las conocemos hoy día.
¿Será malo? ¿Será bueno? ¿Será uno más de los muchos cambios que ha sufrido la especie humana desde que se descolgó de los árboles y se puso bajo ellos a comer manzanas prohibidas? Díganlo los adivinos de los 900. He aquí el sesudo artículo que ha provocado esta entrada.
Extensión, frente a intensidad; excitación frente a serenidad; cantidad frente a ¿calidad? Esto último es lo que más me inquieta: que creamos que antes recibíamos menos cantidad de información, pero de mayor calidad. Es decir, que cuando nos adoctrinaban con la patria y la curia, nos contaban cuatro cuentos de lobos, niñas y abuelitas, pues todo eso era la gran verdad y déjense de más zarandajas extranjeras, extrañas o ambas cosas.
Mucho me temo que estemos condenado a seguir buscando la verdad en el bosque digital, como antes la buscamos en los libros, las revistas, las conferencias, los púlpitos, las aulas, los reportajes o los amigos. Y más me temo (¿me temo?) que nunca la encontraremos, para así poder seguir buscando ad nauseam, ad libitum y ad calendas graecas.
1 comentario:
Amén.
Publicar un comentario