Ya estoy de vuelta de este viaje tan especial a Japón. Especial por las fechas que han abarcado (plena floración de los sakuras en Osaka) y por razones familiares, que son una mezcla agridulce de alegría y tristeza, tan paradójica y vital como el propio auge y caída de los pétalos del cerezo.
Cada vez que vuelvo tengo la tentación de contar una gran cantidad de cosas que luego no cuento.
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