23.9.12

Amateurismo nocturno


Anoche subimos al Torcal de Antequera unos amigos, dispuestos a admirar el cielo alejado de las urbes contaminadoras lumínicas.  Yo buscaba repetir la experiencia de Hokkaido, pero no pudo ser.  Ignoro qué pasa en aquellos lagos del norte de Japón, pero lo que vi allí no es lo que vi anoche, aunque, por supuesto, está más cerca de aquello que de la ceguera astronómica que sufrimos en casi cualquier parte en las que nos agolpamos los seres humanos.
Con ayuda de unos prismáticos 50x7 (o sea, 50 mms. de ancho y siete aumentos) logramos ver, además de la Vía Láctea sin ellos, la nebulosa de Andrómeda (esa que dicen que un día chocará con la nuestra dentro de demasiados millones de años), el cúmulo de Hércules, otro cúmulo abierto que no identifiqué, las Pléyades con el rojo Aldebarán debajo y Júpiter, del que eran visibles dos satélites.  No obstante, con la cámara solo puede captar imágenes de campo ancho que ahora mismo les coloco por aquí.

Villanueva de la Concepción en el centro,
a la izquierda, una parte de Casabermeja y al fondo, Málaga.
Casi en el centro de esta foto se puede ver algo que supongo es una estrella fugaz.
Pidan un deseo y apaguen el monitor.

En la parte inferior cerca del centro se pueden ver las Pléyades.
Tras la sesión de cuellos girados llegó el turno de la cena.  Cuando estábamos dando cuenta de tortillas y chorizos, oímos un ruido entre la maleza y apareció junto a la mesa un zorro (más bien zorra, según me cuentan los que saben), con cara de pedir comida (y de haberla pedido muchas veces antes).  Y allí estuvo todo el tiempo yendo y viniendo no sé si a la madriguera a llevar trocitos de queso o bebiendo agua en un vaso.  Así que pasamos de astrónomos cutres a zoólogos domingueros.
Si Sagan y Cousteau levantaran la cabeza...


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