26.2.12

Pre-Japón

No hace falta pasar el control de aduanas y salir verdaderamente a Japón para poder apreciar la servicialidad y eficacia de este pueblo.  Por la ventanilla del 777 ya vi en la pista una fila de contenedores para las maletas perfectamente alineados, esperando que el avión se detuviera para empezar a descargar.  No había sacado el bolso del compartimento superior cuando ya se oía el traqueteo del equipaje.  Por supuesto que cuando llegué a la cinta ya estaban las maletas dando vueltas desde hacía un rato.  Salió la primera, pero la segunda se hacía esperar.  Entonces veo que una muchacha de uniforme se acerca hacia mí con un folio en el que iba escrito mi nombre.  Me identifico y me dice en inglés que ha habido un problema con mi segunda maleta.  Me pregunta si llevo botellas.  Le digo que sí y me temo lo peor.  En efecto, habían separado la maleta y estaba rodeada de toallas.  Era como un asesinato de Rioja. Una botella de crianza se había roto y había armado un estropicio espectacular entre las cosas.  La muchacha estaba nerviosísima y no paraba de traerme toallas, como queriendo parar una hemorragia de vergüenza ajena.  Porque no había ningún dato para pensar que la botella se había roto en Osaka y no en París o en Málaga.  Parecía que ella era la culpable y no paraba de disculparse.  Me trajo más toallas, y bolsas y más toallas y más bolsas.  Recompuse como pude el panorama y salí camino de los aduaneros, los cuales, al ver la que se había liado, ni me pidieron que la abriera ni nada.  Bastante tenía ya con el olor a taberna que iba a dejar desde el aeropuerto a Kioto.
A la corresponsal que fue a esperarme también le pasó una anécdota con los billetes de ida y vuelta del tren.  Ella se equivocó, pero ellos lo arreglaron con una sonrisa y encima no tuvo que pagar nada de más.
Ni viéndolo cientos de veces termino de acostumbrarme.

1 comentario:

Antonio R Martos dijo...

Muchas veces envidiamos no vivir en una sociedad tan organizada. Pero como seria la vida de monótona y gris si no pudiésemos CAGARNOS EN TOS LOS MUERTOS del de turno. A veces ese pequeño caos es el que nos da una de cal y otra de arena para hacer esta vida mas alegre. Pero, otras tantas veces se añora que las cosas funcionen BIEN.