10.8.11

La escondida senda


¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruïdo
y sigue la escondida
senda por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido!
(Fray Luis de León)

Aunque aquel profesor de la universidad de Salamanca dijera lo contrario, muchos han sido desde tiempos inmemoriales los que han abandonado el éxito, la gloria, el dinero y la fama para retirarse a lugares apartados en busca de la verdad. Ahí va una pequeña y apresurada lista.
-El mismísimo Satán, que se rebeló contra la gloria divina y cayó, aunque no calló.
-Moisés, que montó una ONG sionista y dejó su cargo en el palacio del faraón para llevar a su raza por el desierto hasta la Tierra Prometida (por Dios).
-Buda, que abandonó el sensual palacio de Kapilavatthu en busca de la iluminación.
-Carlos V, que se retiró a Yuste a beber cerveza y dejó a su hijo Felipe para que llevara el negocio de 24h.
La nómina puede ampliarse con cantantes como Marisol, escritores como Salinger, poetas como Basho o pintores como Bansky.
Las vacaciones de verano vienen a ser una versión de bolsillo de ese retiro radical que practicaron lo sabios. Uno coge un tren y se va por la vieja Europa a buscar sus raíces entre la hojarasca de las postales. Otros se embarcan y enfilan la proa hacia una Ítaca que no existe. Otros pillan un avión y van hacia donde sale el sol, pero el sol siempre sale más allá, ya casi por poniente.
Lo malo de estos retiros estacionales es que son masivos y los aeropuertos y carreteras se colapsan de los demasiados "sabios", que huyen y tropiezan entre sí, y pierden el norte y las maletas. Hasta que llega un momento en que es mejor retirarse al lugar del que te estabas retirando.
Pues en medio de "la gran evasión" de este verano nos sorprende un verdadero asceta, alguien que ha apostado sinceramente por dejar una carrera con futuro y dedicarse a la busca de la verdad, sea eso lo que sea y exista o no exista. La sorpresa es mayor cuando sabemos que esa persona es joven (lo jóvenes suelen albergar una giba de esperanza que les permite cruzar el desierto de la madurez) y futbolista. El futbolista prototípico es un muchacho que firma autógrafos, posa para las fotos de los móviles, baja y sube de autobuses bombardeados por flashes y recibe el beneplácito, la ovación y el dinero de toda la sociedad, sobre todo cuando gana.
Javi Poves dice que no quiere coches regalados ni negocios ocultos en las duchas de los vestuarios. Él quería jugar al fútbol, no vender su alma por internet. Habrá que buscarlo a la salida de la facultad donde va a estudiar Historia y hacerse una foto con él, para colgarla en la corcho de nuestra habitación. O hacerse una camiseta con su nombre y el número áureo, por poner un ejemplo inconformista e indefinido.

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