12.3.11

Japón, Japón...

¿Qué puedo decir?

Ni yo ni mi mujer nos enteramos de nada. Yo estaba en un centro comercial de Kioto haciendo las últimas compras y ella estaba en el apartamento. De pronto empiezan a llegar sms y correos desde España, ponemos la tele y nos quedamos pasmados. Yo tenía que coger el Haruka (tren especial desde Kioto al aeropuerto de Kansai) a eso de las siete. Lo adelantamos todo. En las calles de la vieja ciudad imperial se respiraba una total tranquilidad, a pesar de que nuestra amiga Toshie lo había notado muy claramente en Takatsuki, donde habíamos estado cenando la noche antes.

La tranquilidad, el orden y el callado dolor con el que el pueblo japonés está llevando todo este desastre no hacen más que evidenciar lo que tantas veces he contado en este blog.

Desde aquí doy las gracias a tantos amigos que se han preocupado (y siguen preocupándose por Fina) por nuestro estado y mando un abrazo a todos los amigos japoneses, en especial a Keisuke Nihashi, de cuya mano conocimos hace dos años ese maravilloso país, y cuya familia vive en Shizuoka, donde ha golpeado el tsunami.

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