18.5.10

Un viejo poema

A pesar de empezar con una rima estúpida, como una mini canción del verano (o quizá, gracias a eso), el poema luego se defiende bien y creo que no acabó del todo mal. Me salió en endecasílabos, tal vez porque se presta más a tono melancólico y de revival, cercano a Verano azul o el Dúo Dinámico. Todo con una pizca de surrealismo mediterráneo, a la manera de Dalí.


CONSAGRACIÓN DEL VERANO


Pasamos un verano cojonudo:

tú alquilabas delfines a Neptuno,

yo guardaba tu risa en caracolas.

Hacíamos castillos con las algas

que vendían muchachos en pelotas

y después de asediarlos con los muchos

revolcones de amor nos escribíamos

poemas instantáneos con los dedos

en la orilla carnosa que las olas

dejaban al volver al rebalaje.

Por agosto hicimos la paella

de hipocampos y moras y un bañista

se lanzó de cabeza a una tinaja

desde aquella avioneta anunciadora

que los lunes lanzaba polos gratis.

A la sombra rayada de un cañizo

oímos una tarde de septiembre

callar a la juke‑box del merendero.

Un nativo moreno fue plegando

las hamacas y los hidropedales

pusieron sus dos proas rumbo al cielo

para así despedirse de sus primas,

las bicis, que al revés sobre las bacas

volvían a hibernar a los desvanes.

Olor a sacapuntas y a libretas

nos trajo desde tierra un viento triste

que nos puso la carne de gallina

nos hizo apetecer un buen caldito

y aireó las rebecas del armario.


Múltiplos de uno

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