CONSAGRACIÓN DE LA PRIMAVERA
La primavera ha venido
desde el fondo del invierno.
Trae las flores de colores
y los vuelos azarosos
de las negras golondrinas
También trae estas alergias
al polen de los olivos,
al del plátano oriental,
a los versos octosílabos
y a los poetas sin novia.
La primavera ha venido.
Todos saben a qué ha sido:
a que nazcan nuevos higos,
a que se alteren los plasmas
y a que Stravinsky y Vivaldi
toquen piano y violín
junto a fuentes atestadas
de turistas en camisas
que se miran el ombligo.
Y este otro de A estas alturas:
CONSEJO VITAL
Como a
estas alturas
comienza
ya a preocuparte
el
otrora tan lejano, tan ajeno asunto,
me
regalo y te regalo un buen consejo:
procura
morir en primavera.
Que el
último día de tu existencia
amanezca
adornado
por
fragancias y brisas tibias.
Que en
tu entierro
luzca
un sol generoso y amable,
que una
orquestina de grillos
marque
el paso de tus deudos
entre
arriates recién regados.
Que
abejorros desvergonzados
zumben
bajo las pamelas
de tu
antiguas amantes.
Que
ninguna tormenta
sacuda
los corazones más o menos contritos,
que
ninguna niebla,
ninguna
nevada
impida
el acceso al camposanto
de los
coches recién adquiridos de tus viejos amigos.
Que la
noche que te velen
huela a
espliego y mejorana,
y los
dolientes desempolven
consabidas
consignas consolatorias,
mientras
las salamanquesas
esperan
junto a las farolas a la incauta polilla.
Aunque
a esas alturas
poco te
incumba a ti
tu
propia muerte y sus aledaños,
procura
morirte en primavera.
Así tu
ausencia será más leve
entre
tanta vida.
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