Una de las razones que me llevaron a gastar mi vida entre palabras, letras, frases, fonemas, novelas, sonetos y objetos directos es una frase del
Diario de un cazador de Miguel Delibes. Dice el narrador que soñó que las perdices se le metían bajo la cama, que les disparaba y que los tiros le salían "follones". También recuerdo un pasaje de
La colmena. No sé cuál de los trescientos personajes que contó alguien se sentaba en el bar a pensar "vaciedades". La fuerza de estas palabras, la risa que me produjeron, está detrás de mi interés por el estudio de la lengua y la literatura.
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